Conoce algunos fundamentos sobre el precio del kilo de chatarra

¿De qué metal hablamos?

Naturalmente, cada metal no tendrá el mismo valor que el anterior. Simplemente teniendo en cuenta su valor en los mercados bursátiles, podremos entender que no es lo mismo el precio de un metal como el cobre que el precio del hierro o del oro. Por ello, el primer sesgo a delimitar cuando se habla del precio de kilo de chatarra será el del material principal que la componga. A partir de ahí ésta podrá estar compuesta de hierro, cobre, aluminio, bronce, estaño, plomo, níquel, zinc… etcétera.

¿Cómo se encuentra?

A partir de ahí, conviene fijarse en las condiciones en las que se encuentre cada tipo de metal. Por poner algunos ejemplos, en el caso del hierro habrá que fijarse si éste es dulce (usado para cerraduras  o algunos componentes  de pequeño tamaño), fundido o está en proceso de oxidación. Con el cobre, conviene mirar si está  o no mezclado, su limpieza y si existe o no corrosión. Con el acero y el aluminio ocurre exactamente lo mismo. Por su parte, el estaño, al utilizarse en muchas ocasiones en procesos de soldadura, se presentan muchas veces sucios o mezclados con otros metales o plásticos.

Hay que tener en cuenta que la compra y venta de residuos es un negocio cada vez más en boga. Por ello el precio del kilo de chatarra ha logrado tener variaciones al alza en los últimos años. No obstante, tampoco existe un mantra que pueda dictaminar subidas o bajadas. Dependerá de la coyuntura fundamental de los países productores de metales o del entorno mundial y sus posturas con respecto a importar o exportar metales usados. Lo que sí se sabe es que el principal indicador que describe el precio de un metal es la bolsa de Londres. A partir de ahí, podemos entrar ya en los demás factores antes mencionados.