H. Dubric: Gerencia global Radio (27) Los cargos y el dinero

H. Dubric: Gerencia global Radio (27) Los cargos y el dinero
        H. Dubric: Gerencia global (27) Los cargos y el dinero


Se ha hablado del poder de un cargo o del poder del dinero y algunos osados dicen que el mismo corrompe, pero afirma H. Dubric que no es el cargo, ni el dinero, los que corrompen, sino la mala relación psicológica existente en aquellos que lo buscan o lo poseen. La magnificación de cada uno de estos dos aspectos: dinero y cargo, en mentes desnutridas de luz interior, hacen que las mayorías se revuelquen en el lodo de la corrupción, en ese charco de la degrades, perdiendo todo pudor y principio.


        Es lamentable que el dinero disocie a familiares y amigos, convierta a muchos en delincuentes comunes ¿Por qué sucede esto? Por el valor psicológico que cada cual le da a eso que llamamos “dinero”. Por eso el ser humano se esclaviza, miente, asesina, traiciona, se prostituye, se convierte en un energúmeno, compra conciencias, forma núcleos de tramposos y cofradías de conchupancia, todo eso es increíble! Pero así es.


        Quien así se expresa es el Asesor y escritor de temas gerenciales H. Dubric, en su libro Nacimiento de un nuevo ejecutivo, los múltiples reportajes en los medios públicos de comunicación venezolanos y el exterior, demuestran el aporte constructivo de su QUINTO SISTEMA GERENCIAL, que ha sido abrazado ya, por un núcleo inextenso de profesionales de diferentes áreas, siendo materia REFERENCIAL y de estudio en post-grados en nuestro país.   Hoy traemos para ustedes el tema “Los cargos y el dinero”.


        La obtención del caballero “Don” dinero ha desatado las fantasías más execrables de personas, que inclusive han estado desarrollando estrategias para posicionar productos que atentan contra la salud, el buen ejemplo, la moral y las buenas costumbres. Ahí estamos demostrando que existe anormalidad en nuestra psiquis y es obvio que debemos realizar un cambio substancial, iniciando por la manera de pensar.


        Si cada uno de nosotros hubiésemos comprendido de verdad, verdad, que el dinero o moneda (cualquiera que esta sea) es un simple valor de intercambio, psicológico y no un valor REAL. Quizás otra cosa hubiera sido de esta pobre humanidad. Se le ha dado un valor desproporcionado, omnisciente y todo el mundo se ha agarrado de algo que no existe, sino en la mente de cada quien y han hecho del dinero un “Dios”, dador de vida, éxito y triunfos. Esto es la sustentación en el becerro de oro del cual nos hablan los libros sagrados y ahí tenemos las consecuencias de impunidad, falta de justicia, invasiones, guerras, hambre y miserias.


         Expresa H. Dubric: Es muy lamentable lo que ha estado sucediendo en nuestras sociedades, y lo podemos percibir en las conversaciones cotidianas, en donde salen a relucir frases que protegen el delito y sustentan cofradías de corrupción: “el partido político tal (omisión de la tolda política que se hace alusión) robaba, pero dejaba robar”… “se puede robar, pero hacer las cosas bien”… “a mí no me den, pónganme donde haya” reiteran otros. Saque usted conclusiones.


 


          Realmente se perdió la brújula y no la encontrarán, mientras sigan buscando fuera de sí mismos, pues aunque no nos guste, es en nuestras conciencias donde se encuentra ese poder capaz, no solo de dirigirnos y enseñarnos el camino indicado, sino de orientarnos en cada instante.


         Es necesario aprender a manejarnos dentro de los negocios sin infringir los valores éticos y morales; es fundamental relacionarnos adecuadamente con el dinero sin mancillar los principios que sustentan la virtud.


         H. Dubric nos relata que en el año 2002 fue visitado en su oficina, por el Presidente de una mediana industria, a quien conoció a través de una asesoría-outsourcing que realizó su empresa. Estuvieron hablando agradablemente, de la situación económica existente, del mercado nacional, y el comportamiento de las exportaciones, (a H. Dubric le intrigaba tal visita, por lo furtiva y sin previo aviso) al final, ya  para despedirse, el empresario le habló de una demanda millonaria que uno de sus ex-empleados tenía sobre su industria, y que había hablado con sus socios y abogados, que era posible que H. Dubric firmara algo y así lograr ganar la demanda y evitar tanta erogación de dinero; es obvio que tenían contemplado una suma interesante para él por “concepto” de honorarios (dio cifras). 


         Como podemos apreciar fue muy sutil y muy delicada la consabida proposición, no le dijo directamente ¿Cuánto vales? (en la sutileza del verbo se esconde la maldad) sino que le pagarían los “honorarios” que incurriera dicha propuesta. Su respuesta no se hizo esperar, pues hay muchos que creen que todos tenemos precio y le dijo textualmente: “jamás de los jamases participaría yo de un acto de tanta bajeza, eso atenta contra mis principios”, eso fue todo y el empresario exclamó “sabía que no lo lograría pero tenía que tocar la puerta”.


         Todo esto es lamentable narrarlo, pero H. Dubric lo hace con la intención de instruir y educar, pues no se puede erradicar la corrupción en ningún nivel, si el ser humano no toma parte activa, en llamarse a sí mismo al orden, si no retoma con valentía los principios, para arrancarle definitivamente la virtud a la existencia, con una recta manera de pensar, sentir y actuar, no en el concepto, sino en los hechos. Las tentaciones son enormes y necesitamos formar voluntad de acero, para combatir la CORRUPCIÓN y todo aquello que atente contra la virtud, así nos tilden de tontos y estúpidos. Por ello es la insistencia que debemos estar ALERTAS, atentos de nosotros mismos, para no dejarnos seducir por los detalles y caer en vicios, malas costumbres y cohechos.  


         Señala H. Dubric que por estos tiempos, muchos hablan de corrupción y corruptos, y ni siquiera se dan cuenta, ni se percatan, que ellos mismos son participes de esa práctica, lo cual se evidencia en hechos, como evadir el pago de impuestos, servicios básicos, caer en sobornos, apropiarse de servicios o bienes públicos y/o privados, deslealtad al ser querido, traicionar principios, vulnerar un juramento.


         Es decir, mientras exista el Ego, que es ese conjunto de vicios y errores que todos llevamos dentro, la corrupción existirá, por eso es que, que todo sistema por interesante que parezca, llámese: político, económico, religioso, cultural, empresarial, ha fracasado y fracasará, por no haber tomado como punto de partida la aniquilación del Ego.


 


         Si queremos hacer de nuestra vida algo ejemplar, es necesario recordar que no hemos venido a la vida, solamente a comer, dormir, estudiar, trabajar, tener conflictos, hacer dinero, tener hijos, sufrir, llegar a viejos y luego morir, pues si esto fuera así, la vida no tendría razón de ser. Sería lo más estúpido que habría escuchado.


         Por no tener claridad sobre el verdadero objetivo y sentido de la vida, es que cometemos y aceptamos ERRORES, terminando todos “igualados”, aceptando lo anormal como normal y viceversa.


         Vemos como la sociedad ha sufrido entonces una distorsión de valores, clasificando a los seres humanos en “vivos” (aquel que burla la ley y las normas, sacando provecho de todo) y estúpidos (los que actúan correctamente apegados a la virtud). Esto es muy lamentable!!...


         Hay vidas de hombres inmensamente ricos y famosos y de un vivir asqueante, más sin embargo hay otros más sobrios; lo que sucede es que ni a uno  ni a otro se les asocia jamás con el recto vivir, y se han construido conceptos estereotipados, tanto del empresariado como de los ejecutivos y H. Dubric lo resume en lo que dijo un día un subalterno: “son una casta intocable que solo se circunscribe o asocian a los negocios, derroches, estudios y felonías”                   ¿Por qué esos conceptos? Porque nosotros mismos hemos contribuido para que esto suceda.


         Lo fundamental es replantearnos un cambio interior, solo así estaremos aptos para trabajar dentro de nuestras estructuras psicológicas, iniciando con la captación de las sensaciones.


         No es un planteamiento inalcanzable, al que doy como referencia, sino al fruto o premio que logra todo aquel, que comprende la necesidad de enfrentarse a si mismo, para hacer de su vida algo digno, dentro y fuera de cualquier empresa, en la sociedad, y para ello debemos trabajar sobre los “resortes” secretos que sostienen nuestra actitudes.


         H. Dubric nos invita a luchar incansablemente dentro de nosotros mismos, poco a poco hasta ir eliminando tantos errores psicológicos que nos hacen delinquir, emociones negativas que son perjudiciales en todo sentido. Todo esto debe ser estudiado, analizado y revisado exhaustivamente, para poder comprender en los hechos, que no somos los mismos psicológicamente a cada instante y que es necesario por ello, auto-explorarnos, colocando inicialmente la lupa en los detalles de  fácil visualización, hasta lograr erradicarlos de nosotros mismos, con esa fuerza eléctrica que impulsa y sostiene la búsqueda interior, sin perder el entusiasmo.


         Debemos estar siempre atentos, sin “dormirnos”, para poder captar nuestras reacciones psicológicas y eliminarlas cuando estas afloren. Ya en el transcurso de los diferentes capítulos del Programa gerencia global radio iremos dando pautas para ir ayudando a todo aquel que nos escucha, que lee a H. Dubric y anhela el cambio interior.


         Ciertamente somos como una caja de resonancia, que cada cual toca, lo que le viene en gana. Nos pasan fácilmente de la alegría a la tristeza y viceversa. Es triste nuestra situación, pero no es imposible ganar la gran batalla!


         Alguien nos dice que nos han dado carta de despido y sentimos algo terrible, ya sea llanto, angustia, ira, por el temor a enfrentarnos a lo nuevo, pero cuando nos dicen que hemos sido ascendidos de cargo y nos han dado algún aumento, reaccionamos diferente.


         Existen infinidad de libros que nos hablan de los diferentes pasos que debemos dar, para lograr el éxito y todos están enmarcados dentro del contexto de lo económico, descuidando el alimento de esos valores internos que cada protagonista tiene, para hacer crecer un negocio o empresa.


         Cuando los negocios son el centro de gravedad, y manejan el espacio psicológico del individuo, nace el bribón, el hombre sin escrúpulos, capaz de dejar en la calle a cualquiera con tal de alcanzar sus propios objetivos, y se revisten del prestigio, de la posición que les otorga el dinero.


         ¿Dónde están las causas del déficit industrial?... ¿Dónde están las causas del deterioro empresarial?.. En el hombre, en ese ser humano que nadie ha querido enseñar a como pensar, sino, le han dado en que pensar, que es totalmente diferente, por ello H. Dubric entrega  herramientas en el libro nacimiento de un nuevo ejecutivo, para que cada cual, nos veamos a sí mismos tal cual somos e iniciemos el cambio.


         La negligencia, el descuido y la felonía de empresarios y ejecutivos, han dejado a muchos en la calle, estas son algunas de las causales del fraude, despilfarros, engaños, traiciones, turbios manejos, prostitución, crímenes, es decir, fuente de corrupción y nadie podrá erradicarla sino enseña, y educa a mirarse a sí mismo en cada uno de los estadios de la vida.


         Expresa H. Dubric: Ahora bien, mucha gente versada y de excelente reputación empresarial, pagadas para encontrar única y exclusivamente la fórmula del éxito, encontraron antes de que llegaran los años 70 (después de recorrer grandes empresas) que era necesario estructurar la creación de nuevos hábitos, en todos los estratos empresariales, si se quería obtener resultados abultados.


         Esto quedó reseñado en innumerables libros escritos por estos señores, ¿Qué resultados buscaban?, solo cifras. Así que se dieron a la tarea de diseñar la técnica a través de la actividad, creando nuevos hábitos y empezaron a medir resultados, para evaluar el ÉXITO que ellos buscaban ¿Qué consiguieron?... el fracaso!, Así lo demuestran sus  evaluaciones.


         Siguieron buscando, escudriñando, acuciosamente y antes de los 80 (que fue un año considerado por los entendidos, explosivo por el crecimiento de la riqueza y sobre todo en la gerencia media) llegaron a la conclusión que toda empresa necesitaba que, gerentes y empleados dieran un desempeño continuo, que sería el producto final de la reacción en cadena que buscaban y para ello recopilaron todo el material que ya tenían de investigación (desde antes de los años 60) y en los laboratorios intelectuales, lo reformularon una y otra vez, enrumbando las baterías a la mente.


         ¿El resultado? La fórmula de reacción en cadena de la productividad, como la llamaron, que consistía en dar el máximo de información (estimulada) para crear nuevas sensaciones, generando así actividad que se convertiría en nuevos hábitos, pudiendo obtener resultados satisfactorios, todo esto daría el éxito (¿?).


         Este nuevo diseño de la fórmula del “éxito” (como la llamaron) cimentó las bases donde quedaron sustentados los estudios de la famosa reingeniería de procesos, que apareciera allá por los 90, un año que muchos definieron a la parte económica como plana, porque la competencia por precios se había caldeado y realmente los márgenes se habían contraído, todo se había detenido en seco y comenzaba la debacle.


         Sostiene H. Dubric que mientras el centro de las actividades siga siendo la empresa y su rentabilidad, y no el ser humano, toda fórmula diseñada para alcanzar el éxito, será un verdadero fiasco!


         ¿Por qué llegaron a esta conclusión, que la fórmula de reacción en cadena de la productividad era exitosa? Porque, se dieron cuenta que el desempeño físico mejora en proporción directa con la disciplina mental.


         Como consecuencia, descubrieron, que nada era tan poderoso como el pensamiento y no se equivocaron. Por eso es que por fin escribe H. Dubric, para poder ayudar desde un punto de vista diferente.


         En Proverbios nos habla “Como piensa un hombre en su corazón así es él”. Esta ha sido una de las máximas donde supuestamente se agarraron para rediseñar los compendios de formación y estudio al ingreso de la reingeniería.


         Es claro, que si el corazón del hombre está manejado por la luz de la razón (es decir la razón objetiva), el dinero no podrá manejarlo, menos una teoría adversa podrá desviarlo del verdadero propósito de la vida.


         Pero cuando el corazón del hombre ha sido tomado por intereses netamente mezquinos, soslaya el buen vivir, quedando sometido, preso, parcializado, cayendo en asuntos deleznables, algunas veces, perdiendo su propia dignidad, honestidad, todo, por mantener su status, medio de vida, amigos, familia, convirtiéndose en hombres insensibles, concientes para el mal, llegando a tal grado de envilecimiento y de identificación consigo mismo, que si se les llega a descubrir en asuntos dolosos, en lugar de reconocer, justifican sus hechos, se escudan en otros y son incapaces de percibir el daño causado.


         Ya en los 70, alguno que otro escritor e investigador de fórmulas empresariales, aceptaban que iban por el camino equivocado, pero que había que correr el riesgo para encontrar la tan anhelada clave del triunfo, fue así como lograron descubrir, que al controlar el cerebro, lo demás estaba a merced… Perverso esquema, pero así es, sabían los entendidos que se habían hecho laboratorios, mucho antes de los 60, y continuaron perfeccionándolos hasta llegar a la obtención real de la fórmula. Variados fueron los colaboradores, sicólogos, sociólogos, publicistas, investigadores de diseños empresariales, profesionales de la venta.

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