Hitos más importantes de la montañera Edurne Pasaban

Hitos más importantes de la montañera Edurne Pasaban
Los seres humanos siempre hemos sentido fascinación por las montañas, vinculándolas a lo mágico, al misterio, a un reto por conquistar. En los primeros tiempos de la humanidad, conquistar una montaña, normalmente, tenía fines prácticos o religiosos.


Las personas hacían el esfuerzo de subir a esas grandes altitudes por creer que así se acercaban a los dioses. También se arriesgaban a los peligros inherentes a dichos ascensos, buscando recursos determinados, para acceder a nuevas áreas o por razones militares. Pensemos en Aníbal y sus ejércitos cruzando los Alpes para invadir Roma.


Apenas fue en el siglo XVIII cuando comenzó a enfocarse el ascenso a las montañas como una actividad deportiva. El ascender simplemente como un reto físico ante los enormes obstáculos que representa llegar a la cima.


Convencionalmente, se asume el año de 1786 como el del nacimiento de esta disciplina deportiva, con el ascenso de Balmat y Paccard al Mont Blanc.


Nacía así el montañismo, sea que lo denominemos alpinismo, andinismo, himalayismo o cualquier término relacionado con el ascenso en una cadena montañosa en particular. Muchos han sido los que han asumido ese riesgoso reto, buscando siempre la montaña siguiente más alta a conquistar.


Como en muchos otros campos, en el montañismo han despuntado muchos hombres y, en menor proporción, mujeres. Sin embargo, esa menor proporción no tiene nada que envidiarle al género masculino en audacia, valentía y técnica para conquistar las alturas terrestres.


Uno de esos nombres femeninos que han hecho historia en la disciplina es el de la montañera española Edurne Pasaban. Quien, como señala el portal diariobahiadecadiz.com, ha hecho importantes contribuciones al montañismo español y del mundo. Veamos sus principales hitos en esta apasionante disciplina.


Pinceladas biográficas


El 1 de agosto de 1973, en Tolosa, Guipúzcoa, España, vio la luz la hija de Sergio Pasaban y Begoña Lizarribar: Edurne Pasaban Lizarribar.


Su vida ya sería exitosa en términos comunes, habiendo luego estudiado Ingeniería Técnica Industrial, complementado con un Máster en Negocios en el ESADE, en Barcelona, y un Máster de Coaching Ejecutivo y Management del IE Business School de Madrid.


Durante algunos años, trabajó en la empresa de su familia, en el campo de la construcción de maquinaria.


Luego, a sus 43 años, junto a su pareja, Carlos Correia, tendría su hijo, Max. Hoy en día, vive en Barcelona, España, da conferencias sobre superación personal en ESADE, en la Universidad Ramón Llull y, en 2015, reabrió la casa-restaurante familiar, el Abeletxe.


Una vida de éxitos, aunque nada excepcional, si no hubiese sido por una afición que comenzó a sus 14 años, cuando se inició en la escalada de rocas. Primero en los Pirineos, luego en los Alpes y hasta en los Andes, durante sus vacaciones.


Lo que se inició como una afición, terminó siendo su pasión, pasando de lo común a lo excepcional, al llegar a ser la primera mujer en completar la coronación de los 14 ochomiles.


Su incursión en el montañismo


Su salto al montañismo de alto nivel lo dio a los 16 años, cuando ascendió al Mont Blanc, en los Alpes, con 4.810 metros sobre el nivel del mar. Ascendería, también, al Cervino y al Monte Rosa, montañas de más de 4 mil metros.


Una vez coronadas las montañas más altas de Europa, en 1990, a sus 17 años, viajó a Sudamérica, alcanzando la cumbre del Chimborazo, en Ecuador, con sus 6.310 metros. En ese momento había alcanzado el punto más distante del centro del planeta.


En ese país, cuatro años después, coronaría otros altos volcanes, como el Cotopaxi, el Tungurahua y el Guagua Pichincha, así como en Perú, en 1996, coronó el Nevado Ishinca y el Urús, ambos por encima de los 5 mil metros.


Tan joven, Edurne ya era una montañista de primer orden, pero, su pasión la llevaba a mucho más.


Coronando a los gigantes de la Tierra


Durante 9 años, Edurne batalló para conquistar los ochomiles, es decir, las montañas más altas de la Tierra. Las cuales superan los 8 mil metros sobre el nivel del mar y están ubicadas todas en Asia, en las cordilleras del Himalaya y la del Karakórum.


Los intentos fallidos


Inició su batalla en 1998, con 25 años, con el Dhaulagiri, de 8.167 metros, sin lograrlo, luego, durante los dos años siguientes, lo intentó con el mayor de todos los gigantes, el Everest, de 8.848 metros, sin oxígeno complementario, fracasando nuevamente.


En 2001 fracasaría de nuevo, al intentar escalar el Dhaulagiri, con la carga adicional de la muerte de uno de sus compañeros de escalada, Pepe Garcés.


Igualmente, fracasó 4 veces en su ascenso al Shisha Pangma, de 8.046 metros, la última en 2009, pero, para ese momento, ya había saboreado el triunfo mayor.


Coronando las grandes cimas


En el 2001, Edurne apuntó, de nuevo, al Everest, alcanzando su cima el 23 de mayo, con oxígeno artificial, convirtiéndose en la tercera española en lograrlo. Ya tenía su primer ochomil, al que seguiría el Makalu, de 8.465 metros, el 16 de mayo de 2002.


Luego, el 5 de octubre del 2002, sería el Cho Oyu, de 8.201 metros, la sexta cumbre de la Tierra, al que seguirían el Lhotse de 8.516 metros y el Gasherbrum II de 8.035 metros. Posteriormente, coronaría el Gasherbrum I, de 8.068 metros.


En julio del 2004, lograría una cima emblemática, el K2, la segunda montaña más alta del planeta con 8.611 metros, continuando, al año siguiente, con el Nanga Parbat de 8.125 metros. Dos años después alcanzaría el noveno ochomil al llegar a la cima del Broad Peak de 8.051 metros.


Continuarían el esquivo Dhaulagiri y el Manaslu de 8.156 metros, en el 2008. El siguiente año, aun estando aquejada de una bronquitis, arremete la escalada del Kangchenjunga, la tercera más alta del mundo con 8.586 metros sobre el nivel del mar.


El 2010 alcanzaría el Annapurna de 8.091 metros. Ya, únicamente, se resistía el Shisha Pangma, curiosamente, el menos alto de todos los ochomiles. Afortunadamente, ese mismo año, el 17 de mayo, logró coronarlo.


Se convirtió, así, en la primera mujer en coronar las 14 cumbres y se posicionó en el puesto 21 entre las personas, hombres o mujeres, que han logrado esta exigente meta.


Otros logros y distinciones


En su exitosa vida, Edurne ha recibido numerosos premios y distinciones, entre ellos, el otorgado en 2001 por la diputación Foral de Guipúzcoa por su gesta deportiva, el premio de la fundación Sabino Arana de 2002, el Premio Mujer y Deporte del Comité Olímpico Español de 2005 y el premio Mujeres Progresistas que le dio la Federación de Mujeres Progresistas en 2010.


Así como, también, la Lan Onari de 2009, el Premio Adventurer of the Year de National Geographic 2010, Premio Vasca Universal 2011, Premio Nacional del Deporte Reina Sofía 2011, y haber sido finalista del Premio Príncipe de Asturias del Deporte 2010.


Creó la Fundación Montañeros para el Himalaya Edurne Pasaban, que ayuda a niñas y niños de la India, Nepal, Pakistán, Tibet y Bhután. Además, de promover la construcción de viviendas en dichas regiones.


Los riesgos


Los esfuerzos de su carrera como montañera no han estado exentos de riesgos y graves episodios. Como consecuencia de su travesía al K2 perdió dos dedos de los pies a los 31 años, mientras que uno de sus acompañantes, Juanito Oyarzabal, perdió todos los dedos de sus pies.


Ni que decir de la muerte de su compañero montañista, el aragonés Pepe Garcés, y de otros montañistas a lo largo de su carrera. También sufrió graves episodios de depresión en 2006, que casi la llevan a desistir de su meta de coronar los 14 ochomiles. Incluso, según confesó, a la posibilidad del suicidio.


Sin embargo, su fortaleza interior, amor al montañismo y perseverancia, le deparó el éxito que la llevó a la lista de los 100 grandes exploradores de la Historia. Como Edurne afirmó: "Los 14 ochomiles para mí, no son solo 14 montañas... son el camino que yo elegí. He escrito yo mi libro de vida"

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