“Ama a tu prójimo como a ti mismo” nos ha dicho Dios, sea cual fuere el concepto que tengas de Él. En esta frase tan sencilla como relevante podemos ver claramente que “como a ti mismo” es el punto de partida en la comparación que plantea la frase. Es decir, debemos comenzar por nosotros, teniendo ese amor propio como referencia para luego ponerlo en práctica brindándolo y recibiéndolo de los demás.
Entonces hoy yo te pregunto: ¿cómo te amas a ti mismo?, ¿Qué haces por ti?, ¿Cómo te cuidas?, ¿Cómo alimentas tu cuerpo?, ¿Tu alma?, ¿Tu espíritu? Cuando estás aprendiendo, ¿cómo es tu diálogo interno?, ¿Te enojas contigo mismo y te reprendes con facilidad? Y cuando haces las cosas bien, ¿cómo te lo reconoces?
Ahora bien, si tú no eres capaz de amarte a ti, ¿cómo pretendes que la persona que tienes enfrente pueda amarte?, si tú crees que no te mereces ni siquiera tu propio amor, ¿por qué el otro debería amarte y aceptarte?
Se nos ha enseñado y hemos aprendido a la perfección cómo amar al prójimo, pero cuando toca amarnos a nosotros mismos no se sabe ni cómo empezar. Hemos sido verdaderos expertos en agradar muchas veces haciendo cosas por el otro, para luego tener ese reconocimiento y esa “sensación de amor” y finalmente sentirnos plenos.
Aquí se puede ver claramente el “hacer” para luego “tener” y finalmente “sentirse” seguros, respetados, amados. Esta ecuación contemporánea ha desorientado el autoconocimiento y es hora de que asumamos la responsabilidad sobre nosotros mismos para poder así construir un mundo mejor desde el interior.
Porque la puerta siempre se abre desde adentro. Con nuestra voluntad. Es como una piedra que cae a un estanque. A partir del centro las ondas comienzan a expandirse y son cada vez mayores. ¡Comencemos por nosotros!
Entonces, ¿Cómo hago para amarme? ¿Cómo hago para tratarme bien? ¿Cómo hago para mimarme?, ¿Cómo hago para tener detalles conmigo?, ¿Cómo hago para ser mi mejor compañía?, ¿Cómo hago? Muchas veces como no lo sabemos esperamos que alguien lo haga por nosotros.
El tema es que el amor que nos dan es proporcional al amor que nos tenemos. Es ahí donde está la cuestión. Nos amamos poco y pretendemos que nos amen mucho. Si queremos mejorar la calidad de amor que nos dan, tenemos que mejorar nuestra propia calidad de amor hacia nosotros.
Así que empieza por amar a la persona más importante de tu vida. ¿Quieres saber quién es? Párate frente a un espejo mírala a los ojos y dile “te amo y te acepto tal cual eres”. Comienza a perder el miedo al rechazo porque ese es un simple aviso de que el único rechazo es el que te estás haciendo hacia ti mismo.
Los efectos de amarte a ti mismo
Desde el momento que te empiezas a amar a ti tal cual eres, a respetarte y escucharte, tu identidad se irá formando sobre estas bases. Ya no dependerás del qué dirán, porque primero estará tu auto cuidado, tu auto respeto y tu auto amor, es decir, ¡el amor propio! Y la creencia errónea que siempre has tenido de que eso es egoísmo desaparecerá por completo.
Comenzarás a formar hábitos saludables, tomando decisiones sanas, implementando el decir “no”, poniendo sanos límites. Esto hará que tu confianza comience a crecer, y así, como efecto dominó, tus estados de ánimo mejorarán porque ya no sentirás culpa ni juicios del pasado ya que estarás siendo fiel a ti. Y el resultado de esto será una autoestima saludable y duradera.
Eres la única persona en la creación de Dios con tu conjunto de talentos. Siempre habrá alguien que sea mejor en alguna de las cosas en las que eres bueno, pero nadie en el universo alcanzará la performance de tu combinación de habilidades naturales y espirituales.
Dios nos otorgó a cada uno huellas dactilares diferentes, por lo tanto no hay nadie como tú, eres único. Nadie ve las cosas exactamente como tú las ves. Por toda la eternidad, ninguno parecerá, hablará, caminará, pensará o actuará exactamente como tú.
Eres valioso, por eso debes respetarte, cuidarte, y sobre todo amarte. Nadie puede dar lo que no tiene, por eso empieza por ti. Primero el amor en ti mismo y luego podrás darlo a rebosar para este mundo.
¡Muchas Bendiciones!
Autora:
*Jacky* Coach Profesional Certificada en ICF
Owner *Jacky Coaching*
