Personas con discapacidades y las barreras de entrada a nivel empresas
Una persona con discapacidad es aquella persona que teniendo una o más deficiencias físicas o mentales, ya sea por causa psíquica intelectual o sensorial, de carácter temporal o permanente, al interactuar con el entorno, experimenta impedimentos o restricciones para vivenciar una participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de conficiones con las demás personas.
Hay distintos tipos de discapacidad, cada una de ellas diferente a la anterior. Estas son:
DISCAPACIDAD FÍSICA: aquella persona que presenta dificultad física o movilidad reducida, incluso debiendo usar prótesis, silla de ruedas y otro equipo para poder desplazarse.
DISCAPACIDAD VISUAL: aquella persona que presenta ceguera total o parcial.
DISCAPACIDAD AUDITIVA: aquella persona que presenta sordera total o parcial.
DISCAPACIDAD MENTAL-INTELECTUAL: persona que presenta dificultades severas para recordar, percibir o en otras funciones cognitivas.
DISCAPACIDAD PSÍQUICA-PSIQUIÁTRICA: aquella persona que presenta trastornos notorios o permanentes en la adaptación a algunas situaciones o ambientes.
DISCAPACIDAD VISCERAL: persona que tiene dificultades en el funcionamiento de sus órganos internos como corazón, pulmones, riñones, hígado.
DISCAPACIDAD MÚLTIPLE: aquella persona que presenta más de una discapacidad.
Las personas con discapacidades se enfrentan a dificultades mayores que el resto de la población en numerosos ámbitos de la vida. Entre las mayores preocupaciones que puede tener una familia está la de que alguno de sus miembros padezca algún tipo de discapacidad, sobre todo si esta es de carácter intelectual o tiene algún trastorno psicológico. La preocupación se extiende a lo largo de la vida dada la dificultad de garantizar un futuro seguro para este miembro, sobre todo cuando alcance una edad adulta y si podrá o no valerse por sí mismo cuando sus progenitores no puedan ayudarle.
Aunque ya se han dado grandes pasos en este sentido, garantizando unos ingresos mínimos vitales que deberían de introducir un mayor nivel de tranquilidad, todavía subsiste este legítimo temor de las familias. Esta situación dejará de ser un problema cuando la persona desarrolle una actividad laboral que, con el paso de los años, le generará y garantizará unos derechos contributivos que, junto con otras medidas de carácter social, podrán sostener el nivel alcanzado en su vida social.
En cuanto a las barreras de entrada a nivel de las empresas, las personas con discapacidad y los familiares de éstas encontramos:
Falta de experiencia: Es considerada determinante, pues se estima que a menor experiencia más barreras.
Ausencia de una política inclusiva. Contar con una política inclusiva en la empresa es considerado una condición necesaria pero no suficiente, ya que puede haber deficiencias culturales o capacidad organizacionales, pese a contar con una política de inclusión.
Cultura no inclusiva: una cultura inclusiva generalmente no existe a priori en las empresas. Se desarrolla con el tiempo y en la interacción.
Falta de capacidad organizacionales: esta ausencia o precariedad inhibiría o dificultaría el desempeño y adaptación del trabajador con discapacidad a su puesto de trabajo y la organización.
Miedos y mitos sobre la discapacidad: la base emocional de las empresas suele ser inicialmente o ante la falta de experiencia, el miedo a no saber relacionarse, a equivocarse en el trato o a perder recursos invertidos en la inclusión de las personas con discapacidad.
Para solucionar esto y que cada las empresas lo acepten más y estén cada vez más informadas y que desaparezcan estos miedos y barreras de los que hablamos, existen centros como alguna federación que tiene como objetivo conseguir la normalización y plena integración del colectivo de personas con discapacidad y/o trastorno mental, garantizando el ejercicio de derechos en igualdad de condiciones de todas las personas.
