Las residencias de mayores se recuperan tras la Dana
Los esfuerzos de una residencia de mayores por recuperar la normalidad tras la Dana
La llegada de una Dana (Depresión Aislada en Niveles Altos) hizo temer lo peor en Catarroja, una localidad de la provincia de Valencia. Para Antonio, un residente de 67 años, aquellas imágenes del desbordamiento del barranco del Poyo evocaron recuerdos dolorosos de riadas pasadas, en particular la devastadora inundación de 1957. Sin embargo, en la residencia de mayores Parqueluz, la rápida y decidida respuesta de sus trabajadores permitió que la noche del 29 de octubre no se convirtiera en una tragedia.
Situación en Paiporta
La situación en la localidad de Paiporta, cercana a Catarroja, fue dramática. Se registraron inundaciones en una residencia de ancianos que resultaron en la trágica muerte de seis residentes. Aun así, en Parqueluz, la historia fue otra. La rápida actuación del personal, que se anticipó a la crecida del agua, dejó una huella de heroísmo y dedicación que merecen ser reconocidos. Lucía, la directora de la residencia, cuenta cómo observó desde la distancia, comunicándose constantemente con su equipo, mientras que muchos de sus empleados se arriesgaron al salir de sus casas para acudir a la residencia y asistir a los ancianos.
Antonio recuerda el momento del desbordamiento como un instante de incertidumbre, pero se siente aliviado al saber que esta vez, su situación era diferente. “Después de haber vivido la pantanada de Tous, esto se vive con tranquilidad”, reflexiona. Recordar esas experiencias pasadas le ayuda a encontrar la calma ante la adversidad. Joaquín, otro residente de la misma edad, comparte una sensación similar de alivio al mirar hacia atrás, entendiendo que los horrores del pasado han sido, en cierta medida, superados.
Medidas en la residencia durante la Dana
La noche de la inundación, el personal de la residencia tomó medidas drásticas y coordinadas. Decidieron adelantar la hora de la cena y trasladar a los residentes a las plantas superiores, evitando así que la crecida del agua en la planta baja causara accidentes. Estos actos de previsión y cuidado fueron esenciales para garantizar la seguridad de los 140 ancianos que residen en Parqueluz. De esta forma, María Cruz, de 64 años, pudo retirarse a su habitación en la cuarta planta con una sensación de tranquilidad, cosa que no pudo experimentar cuando presenció las primeras imágenes de la riada en televisión.
Los verdaderos héroes de esta historia son, sin duda, los trabajadores de la residencia. Merche, la coordinadora de auxiliares, describe un ambiente de unidad y camaradería. Muchos empleados se quedaron a dormir en el centro, buscando garantizar el bienestar de los ancianos a toda costa. Gracias a su empeño y la ayuda de externos, como voluntarios y autoridades que enviaron suministros, la situación se estabilizó antes de que las consecuencias pudieran ser devastadoras.
Esfuerzos para recuperar la normalidad
A medida que los días transcurren, los esfuerzos para volver a la normalidad son palpables. Aunque tras la Dana la residencia de ancianos en Valencia sufrió cortes de luz y agua, y uno de los ascensores permanece inoperativo, el grito de resiliencia ha sido más fuerte. Las marcas de agua en las paredes son el único recordatorio visible de lo vivido. La comunidad ha demostrado, una vez más, su capacidad para adaptarse y superar las adversidades.
Una de las dificultades más notables tras la inundación ha sido la escasez de gas. Esto ha llevado a que el personal utilice bombonas para cocinar y a los ancianos se les bañe con toallitas en lugar de disfrutar de los habituales baños. Sin embargo, ningún esfuerzo se ha escatimado para cuidar de su bienestar físico y emocional. Las visitas de familiares, suspendidas durante unos días, se reanudarán pronto, gracias a la determinación de la dirección de la residencia para romper el aislamiento que habían experimentado.
Mar, una fisioterapeuta de Parqueluz, enfatiza la diversidad de los residentes y cómo cada uno ha reaccionado a la situación de forma distinta. Algunos, debido a su deterioro cognitivo, no son plenamente conscientes de la magnitud del desastre, mientras que otros son más receptivos a la tensión ambiental y requieren apoyo emocional adicional. Este aspecto de la atención a la salud mental ha sido una prioridad en la recuperación post-DANA, ya que el bienestar de los ancianos implica no solo cuidar de su salud física, sino también de su estado emocional.
Un orgullo en la región
A pesar de los pequeños inconvenientes y el esfuerzo por recuperar la normalidad, la residencia de mayores Parqueluz ha mostrado una notable disciplina y compromiso. La comunidad de Catarroja puede estar orgullosa de la valentía y humanidad de quienes trabajan en este centro, así como de la resiliencia de sus residentes.
Conclusión: Recuperación de una residencia de mayores tras la Dana
Empezar a normalizar la vida diaria tras una crisis como la Dana lleva tiempo y esfuerzo, pero la dedicación del personal y la colaboración de los familiares y voluntarios resultan en un proceso de sanación comunitaria. Al final, la historia de Parqueluz no es solo una de sobrevivencia, sino de comunidad y amor. El reto no solo reside en reconstruir lo que se ha perdido, sino en reafirmar los lazos que unen a todos, ancianos y cuidadores, en un espacio que debe ser refugio y hogar.
Así, la residencia de mayores Parqueluz se ha convertido en un faro de esperanza y fortaleza, un ejemplo claro de cómo, a través de la dedicación desinteresada y la atención personalizada, se puede hacer frente a las catástrofes que la vida nos lanza. Al final de todo, la resiliencia se forja en las experiencias compartidas y en el amor incondicional hacia quienes requieren de nuestra atención, inseparables entre los recuerdos del pasado y la promesa de un futuro más seguro.
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TAGS: residencias de ancianos, geriátricos, residencias para mayores
AUTOR: Residencias y Salud
EN: Sociedad